miércoles, 16 de julio de 2014

VIDA , poema de Amparo Iglesias Luque

VIDA.
( Amparo Iglesias Luque) 

La intensidad de tus ojos 
era como habernos encontrado 
al borde de un precipicio, 
mirando al vacío de todo 
lo que no podíamos ser
mientras la vida nos empujaba por detrás con delicadeza.

Porque por muy puta que sea a veces
siempre resulta elegante.

Sabes que habría saltado al vacío
a no ser contigo, a no ser…pero contigo.

La forma en que tu voz cortaba el aire
y me rozaba la mejilla,
era lo más parecido a un beso
pero sin saliva.

Había noches en las que la Luna no salía
y en la oscuridad me contabas
las historias de tus cicatrices;
algunas de ellas con forma de corazón.

A veces nos olvidamos
cuanto de intensas resultan las vidas humanas.
Cuantos cuerpos han tocado unas manos
hasta desgastarlos.
Cuantos fracasos caben en una pupila.
Cuantas batallas han librado unos pies
o contra cuantos kilómetros han luchado unos latidos.

Son las cicatrices las que nos recuerdan quienes somos
aun cuando el pasado se vuelve turbio
o cuando perdemos la valentía para recordarlo.

Y se nos caen los cojones
cada vez que nos viene a la nariz un olor
o a las manos un tacto, a la piel otra piel
y al futuro un recuerdo.

Hay noches en que la vida se hace océano
y sientes como tus pies no tocan el suelo.
Todo es una masa de agua
en la que flotan las cientos de oportunidades
que dejaste escapar, los errores,
las canciones prohibidas, los párrafos negados.

Se te mojan las esperanzas y el pelo
con la misma rapidez
y todo parece pesar el doble.
No hay cantos de sirenas
ni trajes de baño que te sienten bien en ese momento.

¿Nunca habéis sentido ganas
de quedaros a vivir en medio de unas palabras?
De un ‘’te quiero’’
de un ‘’no te vayas’’
quizás hasta de un ‘’hasta mañana’’.
Quedarte a vivir en cada una de las letras
que forman sus huidas,
en silencio por si escuchas unas pisadas
que anuncien su regreso
y tienes que ponerte rápido
el vestido de los besos.

Andamos siempre fantaseando
con la inmensidad del universo,
del infinito o de lo eterno
y no caemos en la cuenta
de que no hay nada más grande
que todo lo que guarda una vida.

Los cientos de aeropuertos
escondidos en el cuentakilómetros
que te llevaron a una despedida o a un reencuentro.

Los hospitales que vieron nacer
la mezcla perfecta de unos genes
o fueron escenario del silencio de muchos corazones.

Las rupturas con aquella persona
de la que aún conservas el olor o el sabor;
y que aíslas en aquella parte de tu memoria
que visitas un domingo al mes;
la ves ponerse el vestido y sonreírte
mientras baila al ritmo de canciones
que murieron cuando murió el amor.

Todos escondemos en cada poro de nuestra piel
aquello que somos.
Y ojalá algún poro de la tuya
te diga que eres mío.

Y vuelvas.
Vuelvas porque te espero
y hacer esperar a una señorita
rompe con el protocolo.

No se donde he guardado el corazón
y quería saber si cuando vengas
puedes mirar si lo dejé encima del armario
y acercármelo,
que lo escondí cuando empezó a quedarse a dormir.

Tengo la absurda manía
de no querer que me roben lo que es mío.
Y ahora no lo encuentro.

De la misma forma que perdemos al otro par del calcetín.

Se me ocurrió pensar que a lo mejor
lo tienes en tu pecho ¿puedes mirar?

Y si lo encuentras,
dile por favor que vuelva,
que se está haciendo tarde para empezar de nuevo
y empieza a molestarme tanto silencio.

1 comentario:

  1. Muchísimas gracias! Es sensacional verme por aquí!
    Es un placer haber recibido a tus pupilas y a tus palabras, y a esta bonita sorpresa.
    Escribir en sí mismo, es sensacional, pero la parte más bonita, sin duda, es esta.

    Miles de gracias.
    Amparo.

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